El artista británico Julian Beever, famoso por sus pinturas en tiza en tres dimensiones que realiza en calles de todo el mundo y que suele difundir a través de internet, llegó a Buenos Aires para pintar, desde el lunes pasado y hasta el jueves, una de sus famosas obras en Diagonal Norte y Cerrito, a metros del Obelisco.
Una famosa cascada que nace justo en las escaleras del metro de Madrid, una pileta de natación en plena calle con una muchacha dentro haciendo piruetas o una foca que asoma por un lago congelado son algunos de los famosos dibujos en 3D que Beever realiza con tizas de colores, exclusivamente en el pavimento de muchísimas ciudades.
La peatonal que sale de Plaza Tribunales y llega hasta Cerrito, en pleno centro porteño, es el escenario elegido esta vez —Beever fue invitado por Telefónica para plasmar su visión sobre el concepto “comunidad”— para ver al británico abocado a su obra, sobre el suelo, rodeado de tizas, bocetos y muchísimos curiosos.
“Estoy dibujando una comunidad de hormigas, todas cargando pequeñas hojas, y ellas están construyendo un puente (que es el logotipo de la empresa). La idea es que el trabajo sea acerca de la comunidad y los logros de una comunidad así que, por supuesto, también es simbólico de la comunidad de personas
“Además, me da la posibilidad de dibujar estos grandes paisajes donde la pequeño parece enorme; un trabajo que encuentro muy divertido”, cuenta el inglés sonriente, de muy buen ánimo, luego de nueve horas de trabajo al aire libre y de un día muy frío.
Sus trabajos —de breve duración— están hechos con un método llamado anamorfosis: un efecto perspectivo utilizado en arte para forzar al observador a un determinado punto de vista preestablecido o privilegiado, desde el que el elemento cobra una forma proporcionada y clara.
Beever utiliza una cámara de fotos como referencia, y mientras gesticula con sus manos, señala la obra para enfatizar: “Es una distorsión de la imagen y cuando lo miras a través de la cámara, desde una posición exacta, el dibujo parece tridimensional”.
Lo que significa que, si el espectador no se ubica en el lugar elegido por el autor, no podrá ver la obra, o tan sólo verá un montón de garabatos: “Bueno, en realidad —admitió el británico— si uno se ubica en la posición adecuada y cierra un ojo, sí podrá verlo, pero es mejor con la cámara, que no le permite al cerebro juzgar la distancia”.
Muchos curiosos se detienen a mirar y tratan de adivinar el resultado final del dibujo (“debe ser una cascada”, dice alguno), o se quedan viendo al artista en plena creación, proceso que se puede seguir en detalle desde una pantalla gigante colocada muy cerca de la obra.
“Creo que mi trabajo es especialmente para la gente que pasa por la calle, es un arte muy popular. Yo no trabajo en galerías de arte, ni necesito la aprobación de los críticos o expertos. Es todo a través de internet, a la gente le gusta mi trabajo y se lo reenvían unos a otros, así que estoy bastante orgulloso de eso”, admitió.
El artista, de 47 años, pinta también murales y réplicas de trabajos de grandes maestros del arte y trabaja en publicidad y marketing, mientras que ya ha dejado su sello en Inglaterra, España, Bélgica, Francia, Holanda, Alemania, Estados Unidos y Australia.
Estos son algunos de los trabajos....
( visto en perspectiva )
Hoy domingo voy a ver su obra y mostraré fotos.....